jueves, 18 de julio de 2013

The Private Eye. La Gran Iniciativa.





Cuando parece que ya todo está inventado en el mercado editorial, algunos talentos del mundo del cómic, con percepciones que yo calificaría de visionarias, logran nuevamente llegar a sorprendernos.

Bryan K. Vaughan y Marcos Martín, acompañados por la brillante colorista Muntsa Vicente..., publican el cómic que da nombre a esta entrada y que, ya de por sí, merece un análisis en profundidad. Sin embargo, no es de eso de lo que quería hablaros en esta ocasión, sino más bien de otras cuestiones que le rodean.



Por ejemplo, el hecho de publicar exclusivamente en formato digital ya denota una apuesta importante por las nuevas tecnologías de lectura. De hecho, y es algo con lo que Marcos Martín tiene que lidiar y que acaba resolviendo magistralmente, supone un importante cambio de formato en el dibujo, pasando de un desarrollo vertical en lo narrativo a uno horizontal.

Aunque, lógicamente, la exigencia del cambio es aprovechar al máximo las características de los dispositivos con los que será leído el cómic (principalmente tablets y móviles entiendo yo), supone un soplo de aire fresco en el mercado donde, de un tiempo a esta parte, parece que las cosas solo pudieran hacerse de una única manera, previamente establecida y comúnmente aceptada.

No obstante, lo más revolucionario de esta iniciativa reside en su política de precios, la cual podríamos resumir con la expresión “pague usted lo que le venga en gana”.

Lejos de tratarse de un vulgar truco publicitario, los autores dejan en nuestras manos, y de manera individual, el precio de su cómic. Y esto puede llegar a  hacerse gracias a que, al no necesitar de papel y tinta mas que el utilizado en la elaboración de los originales, la producción y la distribución del cómic quedan abaratados hasta límites insospechados, con lo que  se pueden obtener  beneficios económicos a poco que tú pagues una pequeña cantidad.

 Y, aún más importante a mi entender y quizá también para el de los autores porque sino no se explica una iniciativa así, también pueden obtenerse beneficios morales y éticos.

Con esta temeraria forma de proceder, encuentran una línea de acción limpia y eficaz de lucha contra la piratería y las a veces abusivas políticas de mercado que  los lectores tenemos que padecer.Y lo mejor es que lo hacen apelando a uno de los aspectos más valiosos del ser humano: su integridad.

Ya no vale escudarse en “es que el cómic vale X y nos piden que paguemos Y; son unos ladrones”, o en el “ pues para que me roben ellos, les robo yo” (este tipo de pensamiento muy español, mal que nos pese). En definitiva, una iniciativa que supone una apuesta arriesgada, valiente e íntegra por parte de sus autores que estoy seguro de que saldrá bien, o al menos eso espero porque apela única y exclusivamente al lado más noble del público receptor. Por mi parte, ya he comprado el tercer número de esta brillante serie que dará  qué hablar durante mucho, mucho tiempo.

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